Las siete virtudes
Venid a mí los que cansados van en el camino.
Venid a mí los que buscáis consuelo.
Venid a mí los que buscáis la paz, que yo os la daré.
Más he aquí, que mi lección prosigue entregándoos el conocimiento que bien podéis aprender y entender, porque en el conocimiento estriba el raciocinio.
Voy a hablaros de las virtudes del alma. Virtudes que debéis de cultivar, para que podáis dominar los siete planos inferiores que en el alma también van; siendo las siete virtudes las que vienen a manifestar la superación y el principio de la perfección de esa misma alma.
El alma es un núcleo emocional de naturaleza abstracta, que posee toda criatura racional. El alma es la creación del espíritu, para poder manifestarse en el campo de la vida terrenal. El alma es perfectible, por haber sido emanada del mismo espíritu que es un pequeño creador en perfección.
Siendo el alma el centro emotivo donde se registran las sensaciones que con el cuerpo físico se viven, es el centro álmico donde las experiencias de la vida pasada han venido dejando una huella. Es el alma, el sitio, donde todo acto bueno tiene una repercusión, ganando así un punto a favor de la lucha progresista que tratáis de alcanzar, para llegar a los planos elevados de la perfección.
Es el alma, el centro donde toda acción ejecutada con nobleza irá llenando en luz lo que de sombras estaba cubierto. Y cada huella marcada por las obras buenas va dejando una estela brillante, denotando así el principio de las virtudes que florecerán en esa misma.
En el alma se encuentran sin florecer siete virtudes potentísimas, virtudes inherentes a todo lo que del espíritu emana en perfección; ¿y cuál es la base para desplegarlas? El amor sentido y expresado, porque el amor es la llave maestra para iniciarse en el camino de la superación álmica.
Caridad: Primera virtud que en el alma se encuentra. Caridad bien entendida. Caridad bien hecha, para que su blanca luz principie a expandirse y a iluminar.
La blanca caridad hace brillar en potencia a quienes la ejecutan, y esa luz vibrando sobre el círculo negro y emotivo del alma irá sirviendo de riego a las demás virtudes que ahí están, pero que tal parece cual, dormidas no podrán manifestarse.
Si un campo fecundo lleva simiente de diferentes clases y por el calcinante estío no germinan; más si dejáis caer en ese sitio las primeras gotas de agua, veréis ¡qué maravilla! Cuánta planta germinará tan sólo por la humedad del elemento vital. Y si como el agua es un elemento en el planeta para dar vida a todos los principios creados en sus diferentes manifestaciones, en esa misma forma el elemento principal hará que germinen las virtudes álmicas en cada quien, es: la caridad.
Caridad, ¿en dónde estás? Has levantado tus blancas alas de este planeta cubierto de conveniencia, y aquellos que creen llevarte y entenderte han mutilado tus alas, y te muestran, sí, mas no eres tú, porque es la conveniencia disfrazada con tu nombre. Porque entended, que la caridad es la que se hace por amor al prójimo. Porque sentís el dolor del semejante, sin que penséis de antemano en los méritos obtenidos; porque mientras estos razonamientos calculadores se levanten de las mentes humanas, la caridad será un remedo. Muy difícil papel es el hacer de providencia, y la caridad aún no se ha entendido.
Prudencia: Segunda virtud que debe ser cultivada en vuestras vidas. Prudencia en el hablar. Prudencia en el pensar. Prudencia en vuestros actos, porque si no hay prudencia, oídlo bien, aun cuando llevéis vuestras manos con largueza entregando caridad, con la imprudencia que vivís constantemente, nulificáis la acción de la primera.
Entended entonces, que la caridad debe ser ejecutada con prudencia, mas no en imprudencia. Porque aquella caridad que dáis hiriendo la susceptibilidad del prójimo, sólo es humillación.
Unificad entonces la acción de la prudencia con la caridad. Observad en vuestro hogar constantemente la prudencia, tanto en el pensar como en el hablar y en vuestros actos también, porque si tan sólo cerráis vuestros labios y dejáis en libertad el pensamiento insano, ello no estará denotando la prudencia.
Cuando el pensamiento imprudente os asalte, sujetad vuestra mente dominándole, porque cuanta mala repercusión en el hogar tiene la imprudencia en el pensamiento, en la mala palabra y en los actos. Más si no sabéis ser prudentes, al menos guardad silencio.
He aquí el pensamiento. He aquí la acción de la mente que en prudencia está educándose y está buscando obras bien. Porque cuántas criaturas por la vida van creyendo ser modelos de prudencia, pero esa creencia la van pregonando con sus propias palabras. ¿Y a esto le llamáis prudencia? No, porque quien se considera como un modelo de virtudes, deja de poseerlas, y el que cree ser un modelo de prudencia de cierto, que es el imprudente más grande y no se ha conocido como tal.
Tomad mi sencilla lección, queréis ser prudentes, y cultivad ésta dentro del bien pensar, el bien hablar y el bien actuar; solamente así iréis dando riego a las demás virtudes que no han florecido por el desamor en que vivís.
Esperanza: Tercera virtud que en el alma humana te encuentras. Yo te conmino para que florezcas, para que respondas, para que te manifiestes en los seres y éstos sean un canto de esperanza todo el tiempo. Un canto de amor y de virtud. ¿Cuál es esta virtud álmica? La esperanza. Virtud que pertenece al género abstracto, porque las dos primeras van al género concreto. Y para que entendáis os explico: género concreto es aquello que se sintetiza dentro de los hechos de la vida diaria, género abstracto es el que se constituye dentro de la idea sublime emanada del gran todo. Lo abstracto es una realidad para los sentidos espirituales, mas no para los materiales que necesitan palpar para poder creer.
La esperanza es una virtud que se ha perdido en las edades por el sufrimiento que los seres han creado con sus desavenencias.
No hay esperanza en los hogares, para que en éstos haya paz.
No hay esperanza en los que sufren, para tener un consuelo.
No hay esperanza en el enfermo, para restablecer su salud.
No hay esperanza en aquel, que habiendo jugado a la bolsa empujado por la ambición, cayó a la ruina, y ya sin la esperanza que le abandonó desde el momento en que la misma ambición hizo presa de él, se suicida.
No hay esperanza para la joven, que, caída en el abismo del vicio y vapuleada por las circunstancias, también es suicida.
No hay esperanza en el ser, no hay esperanza en las almas porque todas van perdidas en el remolino creado por sus mismas equivocaciones.
¿Dónde está la esperanza? En el fondo de vuestra propia alma, ahí está esa esperanza como una gema cintilante tratando de alumbrar la negrura de vuestras vidas, y cuando más desesperados estáis, cuando más sufrís, cuando más lloráis, decís: “¡He perdido toda esperanza!”. ¿Por qué habéis perdido la esperanza en vuestras vidas, si el creador que es amor, con vosotros está a cada hora?
Habéis perdido la esperanza, porque habéis perdido la fe, cuarta virtud del género abstracto.
¿Y por qué ha perdido la fe la humanidad? Porque la fe se ha malentendido, y en realidad, la fe, debe de compendiarse en el conocimiento pleno de sí mismo y en la convicción de que vosotros sois algo más que carne.
El que acepta en absoluto, que en él va radiante el espíritu creado por el todopoderoso. Aquel que sabe, se dice y piensa para sí, en esta forma: “Yo poseo un espíritu que es la fuente de salud, es la fuente del amor y es la fuente de la sabiduría”, aquel que sabe que lleva en sí esos infinitos valores no pierde la fe, y el que no pierde la fe tampoco puede perder la esperanza, porque ambas van unidas con los mismos lazos.
En este tiempo lo que la humanidad conoce por “fe”, no es la real fe que da el conocimiento elevado de los valores del espíritu; más sí, es la “fe” ciega la que os han enseñado, la que os ha hecho autómatas sin voluntad, la que ha creado dogmas y fanatismos. Y os digo: Esta fe tal como se os ha enseñado es solamente una palabra sin raíces abstractas de conocimiento espiritual, por lo mismo no os ha llevado a conocer la verdadera fe propia de aquel, que usando el alto raciocinio, busca al creador a través de sus propios méritos.
La fe que se os ha mostrado es la que fomenta divisiones de credos; divisiones ideológicas y filosóficas; es la que os exige que seáis ciegos para poder creer en ella, y la fe nunca debe ser ciega, más sí, debe ser razonada por cada quien para que pueda compenetrarse de sus valores espirituales. Esto es lo que necesitáis para que os llegue el comprendimiento, de que si en la tierra vivís bajo el sufrimiento constante, una fe ciega no os va a dar la suspensión de esos mismos sufrimientos; mientras que la fe razonada y unificada con la esperanza sublime, de que esos sufrimientos terminen cuando os adentréis a vivir en la armonía que necesita todo ser para esperar con la verdadera fe que redime y da confianza en el futuro.
Bondad: Quinta virtud que pertenece al género concreto. Esta virtud se especifica en la armonía que tengáis en el diario vivir y podáis entregarla a cada instante. La bondad se compendia en el campo material, y es uno de los eslabones atrayentes que cultivados plenamente irían unificando a las almas en una gran cadena de armonía constante. Bondad bien entendida desde luego, mas no el gesto estudiado que se le imprime al rostro para mostrar una bondad que no se siente.
La bondad es un sentimiento de nobleza nacido en el alma que manifiesta el principio de un estado de perfección; y este sentimiento sublimado uniría a los seres en clásico concierto de notas celestiales, que vendría a sintetizarse en las obras del bien y del buen entendimiento.
La bondad es una de las virtudes que debéis de hacer vuestra y si se os dificulta cultivar la primera, podéis cultivar la quinta; mas nunca hacer perdidiza la fe y la esperanza.
¡Qué de beneficios se obtienen con la bondad! Mas ésta, no implica solamente el dar los efectos materiales, entregar la prenda de vestir para el desnudo y dar de comer al hambriento. El ser bondadoso implica tener siempre a flor de labio la palabra dulce y comprensiva. La palabra de consuelo y de perdón y de sinceridad ante todo. La bondad es la quinta virtud que os haría grandes para engarzaros en una guirnalda de luces armoniosas para que todos pudiesen tomar parte del concierto infinito en el vasto universo.
Sexta virtud, ¿cuándo te manifestarás en los seres humanos? ¿En dónde estás? ¿Cómo es tu rostro? Es dulce, es blanco y es armonioso. Vas vestida de ricas galas. Vas vestida de blancas luces y tu nombre es: armonía.
Armonía que toda criatura debe lucir. Armonía que facultaría los actos de vuestra vida. Armonía que os daría la alta comprensión y dejarían de existir las divisiones, las pasiones y los estados anacrónicos creados por las costumbres del ayer.
La armonía es otra virtud abstracta, y quien ha empezado a cultivarla, ya ha principiado a dominar los cuatro planos inferiores de conciencia y está empezando a vibrar en los planos superiores álmicos, empezando a dominar también los estados relativos de dolor, de miseria moral y de flaqueza humana.
Y, ¡qué triunfo, para quienes han dominado esos estados inferiores y principiado a construir una aureola brillante de límpidos colores! Siete colores que denotarán las virtudes álmicas que han florecido a plenitud en esa criatura, que, engalanada con esa túnica virtual ya está identificándose con su propio espíritu, sin ser jamás ya reo de delitos vergonzosos, ni víctima de ambiciones materiales; habrá dominado las pasiones humanas en su totalidad y habrá desenraizado los siete vicios capitales que han formado su cuna en los cuatro planos inferiores de la conciencia álmica.
He aquí el por qué la humanidad se debate en el dolor y sigue buscando a Dios sin encontrarle. Seguís levantando vuestra vista cansada hacia el azul del infinito y preguntáis desesperados ¿dónde está Dios? ¿Dónde está su amor? Más no le habéis encontrado, porque no habéis aprendido a buscar en vuestra alma, y a regar la simiente de las siete virtudes esenciales, que os llevarían a conocer a Dios, a través del cumplimiento de estas virtudes infinitas que os harían grandemente iluminados.
Y como séptima virtud, tenéis la sabiduría álmica.
El ser que alcanza esta virtud, empieza a reconocer todo el círculo de vicios que en vidas anteriores haya ejecutado; pero también, automáticamente principia a conocer sus obras buenas que hizo, al transcurso de sus tantas vidas. Es entonces, cuando esa criatura principiará a vivir en los tres tiempos, o sea: conocer su pasado, dominar el presente y conocer el futuro, teniendo la particularidad de dominar los estados relativos del tiempo presente, y en ejemplo os hablo:
Quien llega al dominio de la séptima virtud, conocerá todo el compendio y la trayectoria que ha seguido desde que su espíritu se iniciara en el seno fecundo de la fuente del creador; conocerá su ascenso o su descenso; o bien, el porqué se encuentra en los planos de manifestación grosera; cuántos miles de años llevará en esa envoltura; cuántas veces habrá descendido al abismo y cuántas veces habrá vuelto a ascender.
Este es el dominio del tiempo pasado. Y en el dominio del tiempo presente, determinará sus obras buenas que ejecute hasta el último momento de su vida material, dominando lo que le corresponda en esa encarnación; y a su alcance también estará el conocer lo relacionado al tiempo de su vida futura, estructurada esta, de acuerdo a las obras ejecutadas en la presente vida.
He aquí la sabiduría que da la séptima virtud que se compendia en un aspecto perfectible apenas, porque el alma continuará perfeccionándose, ya que habiendo sido perfecta, se encuentra imperfecta dentro de un tiempo relativo, pero al paso de las edades volverá a su perfección innata.
Os hablo en forma amplia y por demás explicada. Desde luego, que aquel que alcanza la séptima virtud, preparándose está para en la siguiente encarnación manifestar la sabiduría del espíritu que no necesita del cultivo intelectual, porque el espíritu trae consigo la sabiduría, herencia infinita; y el espíritu manifestado a plenitud será el modelador de esa vida que está en vía de perfección.
He aquí mi lección. Tomadla como una enseñanza de profundo conocimiento que os servirá para normar vuestras vidas. Tomadla sí, como una página brillante que ha quedado grabada en vuestra mente, y allá en la soledad de vuestro hogar analizadla. Más no olvidéis:
Que en el alma se encuentra la cima y se encuentra el abismo; se encierra la luz y se encierra la sombra; se encuentra el principio del ángel y se encuentra la rémora de la bestia; se encuentra la sabiduría y se encuentra la ignorancia.
La paz sea en vosotros.
Jesús de Nazareth
Julio de 1971